LA BODA DE ALEX Y MIRIAM

El 9 de julio se casó mi primo Álex.

Con Miriam.

Tras 8 años juntos, decidieron dar el paso.

Ya habían firmado papeles hacía un tiempo.

Pero querían celebrar y compartir el día con todos sus seres queridos.

Y simularon una boda muy campechana en una masía cerca de la montaña.

El ‘cura’ fue un puntazo.

Y digo ‘cura’, porque de cura como tal tenía poco.

Podríamos decir que, la persona que ofició su ceremonia era de todo menos serio.

Fue un puntazo.

Era un amigo de ellos y, como era de esperar, se sacó un discurso con toda su gracia.

Sé que me río con una mosca, pero de verdad que fue muy divertido.

Yo lo conocí en la despedida de mi primo unas tres semanas antes.

Y ahí, cuando supe que él era quien oficiaría la boda, también supe que las risas iban a ir de la mano.

Pues bien, mis primos, me pidieron ser testigo de su boda y decir unas palabras.

Yo acepté encantada.

Sabiendo que iba a morir de vergüenza al hacerlo.

Pero dije, ¡voy con todo!

Es cierto que saber que lo iba a hacer junto a mi otro primo, Víctor, me tranquilizó bastante.

Por eso de, ‘no estar sola ante el peligro’…

La cosa es que, el día se iba acercando y ni Víctor ni yo sabíamos muy bien qué decir.

Lo que teníamos claro es que no queríamos hacerlo del modo ‘típico’.

Porque ni él ni yo somos típicos.

Más bien nos catalogaría como un caso aparte.

Pero en el buen sentido eh.

Así que nada, fuimos dejándolo y la fecha cada vez estaba más cerca.

Quizá estábamos esperando una inspiración divina.

O vete tú a saber qué.

Unos días antes de la boda, nos entraron los estreses.

Bueno va, a mí más que a él.

Lo reconozco.

Pero a pesar de eso, ambos sabíamos que lo íbamos a tener listo.

Y no solo porque no nos quedara otra.

Queríamos tener algo conjunto y con la esencia de ambos.

El cachondeo.

Pensamos mil cosas diferentes.

Hacer un monólogo.

Contar historias de ambos.

Relacionar nuestro discurso con cosas “frikis”.

Comentar el bonito futuro que les espera.

Implicar al resto de invitados a comentar cosas sobre ellos.

Y vete tú a saber que paranoia más se nos ocurrió.

Pero de verdad que yo lo tenía claro.

Íbamos a conseguir sacar entre los dos algo que fuera de los dos.

Y sí, así fue.

No escribiré por aquí el discurso, pero te contaré cómo fue la cosa.

Hicimos un popurrí de todo lo que queríamos.

Iniciamos con una especie de monólogo entre ambos.

En el que metimos alguna mención “friki”.

Bueno, no friki como tal si no de cosas que les gusta muy mucho a ambos.

Es por decirlo de algún modo…

Después seguimos con unas palabras cada uno.

Víctor, remarcando tema básquet que es lo que más ha ido compartiendo con Álex siempre.

Yo, destaqué alguna ‘maldad’ infantil y acabé compartiendo palabras del ‘típico’ discurso de amor que suelen tener las bodas.

Hubieron puntos y comentarios de risa.

Pero decidimos no implicar a ningún invitado y hacerlo todo nuestro.

Así que creo que escogimos el mejor popurrí de discurso en el que cada uno puso su granito de arena e inspiración.

Creo que quedó bastante nuestro.

Con nuestra esencia quiero decir.

Y que les encantó.

Que básicamente, era de lo que se trataba.

Después de la ‘ceremonia’ llegó todo lo demás.

Picoteo, convite, regalos varios, baile de los novios y música.

Todavía no sé como hoy, dos días después, sigo siendo persona.

Me duelen hasta las pestañas.

Cosa que me pasa porque ya no me motiva demasiado el salir de fiesta.

Pero un día es un día.

Y si tengo que darlo todo para la boda de mis primos y morir después, pues lo hago.

Por último, cabe destacar que lloré poco.

Mi primo Albert, el hermano del novio, habló el último y tenía claro que yo me iba a emocionar al hablar, así que no iba a pasar nada si luego también lo hacía él.

Pero yo no sé cómo lo hice, pero no lloré.

Eso sí, remarcaré dos cosas.

No lloré en el discurso.

Y, aunque no llorara ahí, mis manos parecían un terremoto.

Cuando Álex entro del brazo de mi tía e hizo el típico paseíllo entre los invitados, supe que en algún momento u otro me caería alguna lagrimilla.

Sí, también lo sabía porque suelo ser de lágrima floja.

Estaba muy guapo (y mi tía también).

Pero resistí en llorar.

Después entró la novia.

Preciosa, por cierto.

Y, entre mi contención anterior, la música y lo guapa que estaba Miriam, no pude.

Me dio un nosequé que queséyo y salió mi primera lagrimilla.

Me cago en todo Miriam…jajaja

Me contuve hasta hablar.

El maestro de ceremonias también ayudó a eso, porque era risa tras risa.

Pero claro, después ves como tu primo se emociona más y más y le cae una lágrima por la mejilla y…

Caes.

Claro que caes.

Pues nada, a llorar un poco.

Cosas de la vida.

En realidad, llorar como tal no me importa.

Si lloro con las pelis y todo.

Y sí, sé que son películas.

Pero no sé, soy sensiblona.

Y me encanta.

Porque no creo que sea nada malo.

Considero que el ser sensible no es una debilidad.

Por mucho que, en ocasiones, se nos haya dicho lo contrario.

Así que, hoy comparto lo orgullosa que estoy de permitirme llorar.

En público, en privado o, cuando sea.

Expresar las emociones, sea cual sea, es algo bueno.

Lo que no sacas, se enquista.

Así que, mejor mostrarlo y mostrarte tal y como eres.

Bueno, que ya me ha venido la Andrea reflexiva y me he ido del tema.

La boda, sí sí.

Como resumen diré que lo di todo.

Bueno, todos.

Y que hoy todavía no me puedo ni mover.

Ha sido la primera boda que he compartido con mi Vidi.

La primera en la que he hablado y he sido testigo.

Y me siento enormemente feliz y agradecida por ello.

Yo no sé si me casaré o no.

Aunque quiero (eh Vidi jajaja).

Pero lo que sí sé es que quiero compartir miles de momentos con mi amor, igual que mis primos han estado compartiendo todos estos años.

Y que quiero también muchas más primeras veces con él.

Alex, Miriam, os deseo todo lo mejor.

Que viva el amor, sano y correspondido.

Y que seáis más felices aún si cabe.

Os quiero mucho.

Y, una vez más, GRACIAS.

Porque el haber sido testigo de vuestra boda, ha sido para mí, más de lo que os podéis imaginar.

Y encima me he llevado una taza gratis… jajajaja

¡Y que viva los novios!

Drew,


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