Entradas

Mostrando entradas de diciembre, 2021

ABUELI

 25 de septiembre…   Recibo una llamada y me comunican que ya no estás…   Lloro.   Muy mucho.   Todos sabíamos que tarde o temprano iba a pasar.   Pero, aun así, duele.   Joder si duele.   3 meses hace ya y sigue doliendo.   No estuve cuando pasó, pero mejor porque no sé si hubiera podido despedirme de ti otra vez más.   No sé si fueron 4 o 5 las veces que me fui a despedir.   Un día tan débil y, al siguiente, tan campante.   Así eras tú.   Impredecible.   Creo que eso lo he heredado de ti.   Y cómo me gusta.   Recuerdo que tenía programada una escapada de 3 días que no hice por si te ibas.   Pero, aguantaste otra semana más.   Qué agonía.   La mía (y la nuestra digo) porque cada dos por tres parecía que te ibas a ir, pero no.   Tú estabas en paz y fuiste resiliente como lo he sido yo cuando he tenido que serlo.   Y aguantaste esa semana más.   Con algunos sustos que nos hacían ir a verte a las 12 de la

BENDITOS 30

  Vale sí, este artículo se titula ‘benditos 30’ y, si me conoces, sabrás que tengo 31 ya, pero todo tiene su qué.   Lo he llamado así porque quiero reflejar el inicio de una etapa, la década de los 30.   Dicen que son los mejores años, pero solo he vivido dos, así que aún no puedo posicionarme sobre ello porque me quedan unos cuantos más para poder tener una opinión con una base sólida.   No sé si serán los mejores años, pero por ahora solo puedo decirte que es la década de los mayores cambios (al menos en lo que llevo de ella).   Podría decir muchas cosas de estos dos años, pero no quiero irme por las ramas (que nos conocemos), así que iré al modo ¡pim pam!   Te comentaré diferentes áreas de la vida que para mí han sido y son vitales.   Salud. El año de mis 29 no fue fácil, así que con el cambio de década tenía claro donde iban a estar mis energías de mejora principales. La evolución desde entonces ha sido brutal, poniendo foco en mejorar esa salud día a día.

LA MEDITACIÓN

Es curioso como el ser humano puede lograr cosas que quizá ni nos planteamos. En esta ocasión, te hablaré de mi caso personal y de una cosa en concreto: la meditación.   Todavía recuerdo el primer día que me puse a meditar. Fueron tantas las cosas que sentí… - No sé si lo estaré haciendo bien. - Mi mente no para de pensar cosas, muchas cosas. Salto de temas nivel rana. - Me estoy poniendo nerviosa y me va a dar ansiedad. No sé si tengo que respirar profundo o si seguir mi respiración normal. - ¿Quedará mucho? - Que pase ya el tiempo, se me está haciendo eterno. - Quiero parar ya. - Mmmmm… creo que meditar no va de esto. - Voy a informarme bien sobre cómo se medita porque seguro que algo se me escapa. - Mejor paro y ya lo intento otro día.   Y seguro que me dejo algo…   Podría resumir mi primer contacto con la meditación como un martirio.   ¡Qué estrés!   Después de esa primera toma de contacto con la meditación, tenía dos opciones: volver a hacerlo