La pausa de la felicidad

Ni siquiera sé qué titulo ponerle a lo que voy a escribir hoy. Supongo que, conforme lo vaya haciendo, ya me saldrá. Este artículo está inspirado en un copy que acompañó una de las publicaciones de la valiente Brenda. Así que te voy a contar brevemente quién es ella para ponerte en situación. Y ya después reflexionamos. Ella vive con su perro y su furgoneta desde hace más de 1 año (si no recuerdo mal). No la conozco en persona, pero puedo afirmar que es una cabra loca. La conocí a través de la escuela de emprendimiento a la que me apunté hace justo 2 años, la END (Escuela Nómada Digital). Y creo que es el puro ejemplo de ello. Se lanzó a emprender con Trastu, su perro y un ordenador. Si la conocieras, te contaría mil historias de lo duro que ha sido todo y de las mil y una que ha sufrido con su furgo. Yo lo sé porque la sigo en redes desde hace ya un tiempo. Lo mejor de ella (entre otras cosas) es que a veces ni se peina y que va más descalza que otra cosa. Má...

Hoy quiero hablar de la gente. Así, en general. De la sociedad. Qué poco nos gustan los cambios. Y cuánto las rutinas. Maldita zona de confort. A veces es ‘buena’, quién sabe. Te contaré que, las rutinas y yo, nunca nos hemos llevado muy bien. Sí cuando vivía el 100% de mi vida en total automático. Pero ya no. Ya te conté que hace un tiempo que decidí cambiar eso. Bueno, muchas cosas. Los cambios no han solido asustarme. Por norma general, porque alguno habrá que sí. Pero, me refiero a que, nunca he sido la típica persona que ha dicho que no a algo solo porque llevara consigo un cambio. Si hay que cambiar, se cambia. En cualquier ámbito de la vida. Llámese cambio, adaptación, modificación, o como más te guste. Y parece que, esto en la sociedad se ve como raro. No estamos acostumbrados ni a cambiar nosotros ni a que nuestro entorno lo haga. Y sí, a veces pasa. En mi opinión, menos de lo que debería. Porque el cambio da miedo. Y el miedo, sol...

Considero que, el tema de las emociones va muy ligado al anterior de la introspección. Porque, al hacer el segundo, removemos muy mucho la parte emocional. Consciente o inconscientemente. Queramos o no. Pero lo hacemos. Puede que nos guste o, puede que no. Eso da un poco igual. Lo realmente importante es qué hacemos con esas emociones. Hay muchas y muy diversas. Y cada persona las siente e interpreta de modos distintos. Pero, lo que, si podemos destacar como común, son 6 emociones básicas. Ira, asco, alegría, tristeza, sorpresa y miedo. De éstas es de donde brotan todas las demás. De hecho, hay una rueda de emociones y sentimientos gigante. Puedes buscarla en Google e indagar. Está llena de colores y de palabras, así que, no te agobies. También tienes la rueda de Plutchik que parte  de 8 emociones, en lugar de 6. Y ésta se reduce bastante. Te recomiendo que indagues en ambas. Yo puedo contarte hasta lo que ya te he dicho. No soy experta en el...