PERDERSE

 ¿Alguna vez has tenido como una sensación de ahogo?

Yo sí.

Muchas veces en mi vida y en ocasiones totalmente diferentes.

Y no, no todas son iguales.

Dicen que de todas se sale y que, todo pasa con el paso del tiempo.

Pero no me acaba de gustar esa frase.

Quizá tú también lo veas como yo y no estés del todo de acuerdo, quien sabe…

Yo más bien creo que influyen muchos factores.

Internos y externos.

Y no todos los vas a saber gestionar igual.

De hecho, los externos no los podrás controlar. A veces, tampoco los internos.

Pero no sufras por ello ahora.

Te comento que, como siempre, todo lo que te vaya a contar en estas líneas, no es para nada una verdad absoluta.

Simplemente, mi verdad.

La que he creado en base a mi experiencia.

Las sensaciones de ahogo pueden venir por motivos muy diferentes.

Ten en cuenta que, lo que quizá para ti sea algo frustrante, para otra persona no lo sea.

Los seres humanos somos muy distintos entre nosotros y, por norma general, no estamos acostumbrados a cambios ni a nada que nos aleje de los malditos automatismos.

No, no estoy en contra de ellos, pero, en mi opinión, no siempre ayudan.

Si te encuentras en una situación de ahogo, el primer paso es reconocértelo a ti mismx.

Eso ya de por sí, nos suele costar una barbaridad.

Pero debemos afrontarlo.

Obviamente, en función de la situación que sea y de a saber cuantas circunstancias más, te será más o menos fácil.

Pero no olvides que ese es el primer paso.

En este punto, la norma general es encerrarse en unx mismx.

Y lo digo porque lo he visto en mi entorno y porque también lo he vivido yo en algún momento.

Si es lo que necesitas, adelante.

Eso sí, no peques de no decir absolutamente nada a nadie, porque si no, lo que pasará será que te empezaran a preguntar.

Quizá eso es algo que, en ese momento en el que te encuentras, ni siquiera lo entiendes y te agobia aún más.

Está bien así, no te preocupes.

Si tú objetivo inicial era aislarte contigo, puedes y debes hacerlo si es lo que sientes que necesitas.

No obstante, te recomiendo que, aunque no te apetezca hablar del tema (repito, sea el que sea y más o menos importante), da un poco de info a tu entorno.

No hablo de pregonar nada a los 4 vientos.

Simplemente, puedes comentar a tus 3-5 personas más cercanas que necesitas un tiempo para ti y que estás bien pero que no te apetece hablar del tema.

Te lo agradecerán porque se preocuparán por ti.

Y por eso mismo, si les comentas el caso, solo podrán apoyarte.

A veces, hay que perderse para volver a encontrarse.

Igual te acabas de sorprender al leer estas últimas líneas.

Si es así, es porque en esta sociedad nadie nos enseña a esto.

Ni a cómo gestionar lo que sentimos.

Si eres de esxs, te invito a que indagues un poco más sobre el tema y avances en tu camino de la inteligencia emocional.

Y bien, te estoy contando todo esto porque quiero llegar a algo.

Sea cual sea la situación que te haya pasado (porque alguna en tu vida habrás tenido, aunque fuera de pequeñx en el colegio), te diré lo siguiente.

Decir que necesitas ayuda está bien.

No pasa nada si en algún momento de tu vida lo sientes así.

Lo normal es que, inicialmente, no te lo reconozcas.

Fijo que tu cabecita loca empieza a soltarte frases como: ‘no necesitas ayuda’, ‘estás bien’, ‘será una racha’, ‘a nadie le importa mi vida’, ‘yo puedo solx con esto’.

Pero no amigx.

A veces, no podemos solxs.

Y no pasa nada.

Lo que sí que pasa es que se nos haya enseñado a que pedir ayuda es de débiles.

No lo es.

Y con esto, tampoco digo que haya que pedir ayuda por todo y para todo.

Simplemente, es una observación.

Y comparto contigo que, en ocasiones, el pedir ayuda nos beneficia.

Normalmente, cuando te encuentras en un estado de ahogo, te acaban viniendo mil cosas a la cabeza.

Una detrás de otra.

Y van al mismo saco.

El “pozos”.

Todas ellas, las magnificas como si se te fuera la vida en ello.

Cualquier situación, la extrapolas de una manera que ni siquiera te habrás planteado.

Y sé que no lo has hecho porque estas cosas solo las hacen los expertos en estos temas o quienes están ya muy metidos en el tema de la gestión emocional.

Pero te daré un consejo.

Bueno, mejor te diré una palabra.

Perspectiva.

Intenta verlo todo desde varios puntos de vista y empatiza.

Te cueste un mundo o no (que lo hará).

Para ello y, antes de cerrar este artículo, te voy a hablar de un ejercicio ‘el de las sillas’.

No, no es el típico juego de la silla al que quizá jugabas de pequeñx.

Se trata de pensar en 3-5 personas (pueden ser las de antes o no).

Al final, deben ser personas que conozcas bien y que tengas una cierta confianza con ellas.

Siéntalas en una mesa y expón tu problema.

No de manera literal, si no en tu mente.

Ahora el siguiente paso es ver como vería cada una de esas personas la situación y qué haría o diría si le pasara eso que a ti ahora mismo te preocupa.

Este ejercicio es una manera de ver las cosas con otras perspectivas, pero debes tener claro que, si no sales de ti y te pones en la piel de la otra persona, no servirá de nada haberlo hecho.

Para rematar, puedes hacer un añadido.

Imagínate que cualquiera de las personas anteriores, se sienta contigo en una mesa y te cuenta que tiene un problema.

En este caso, te contaría todo lo que a ti te está preocupando en ese momento.

¿Qué le dirías? ¿Cómo actuarías?

Pues haz lo mismo contigo.

Te sugiero que, lo hagas por escrito para que lo puedas tener presente y puedas recurrir a ello siempre que lo necesites.

Lo normal después de hacer este ejercicio, sería que no lo vieras todo tan negro.

Quizá hasta te haga cambiar tu punto de vista.

Por lo que me contaron en su día, se trata de una herramienta que te hace ver otros puntos de vista en los que quizá tú solx no habrías caído.

Sigue siendo tu problema y no se lo has contado a nadie (si es lo que querías).

En caso contrario, lo puedes hacer en directo con las personas que desees (no hace falta que sea en masa).

El ser humano, se centra siempre más en los problemas que en las soluciones.

Y esta, es una de las infinitas técnicas que habrán (y las que seguro que quedan por inventar), para que no caigas en ese error.

O, al menos, para que no te quedes en el bucle del problema.

Estamos tan acostumbrados a hablar de problemas (en el trabajo, con la familia, con amigos, con el dinero, con el quiero y no puedo, etc.) que lo vemos hasta normal.

Debido a esto, cualquier cosa nos parece un problema.

Y, puede que, en realidad no lo sea.

Por eso, te invito a que pruebes esta herramienta (o indagues y pruebes otra) y me cuentes qué tal.

Drew ‘la pozos number one’,

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