LA ANSIEDAD
Hoy te quiero hablar de un tema un poco tabú para algunxs en la sociedad.
La ansiedad.
Muy odiada por muchxs y
sufrida por otrxs tantos que, seguramente, ni lo saben.
Es algo muy normal hoy en
día.
El ritmo de vida que se
suele llevar, incita a que aparezca.
Ojo, que no es nada malo.
Pero hay que saber
detectarla.
Y, lo más importante,
gestionarla.
No soy ninguna experta en
el tema, pero últimamente, me está tocando de cerca.
Te pondré en situación.
Y ya luego, te cuento uno
de los ya conocidos ‘dramas de Drew’.
1 de octubre.
Día en el que, por fin,
mi Vidi y yo nos íbamos a ir de vacaciones.
Pero todo tiene sus
preparativos.
Para mí, como si de una
boda se tratase.
Porque madre mía la de
cosas que me han estresado las dos semanas previas al viaje.
El destino es Kenia.
Allí estaremos 11 días
con algunxs locxs del también famoso por mí, Club Antigimnasio.
Pues bien.
Para entrar al país,
piden tener el certificado covid que indique que se te han puesto dos dosis de
las vacunas.
Yo lo tengo.
Bueno, lo tenía…
Porque en mi móvil (único
lugar en el que lo tenía) parece ser que ya no está.
Misterios de la vida,
porque tengo el de Iván, pero no el mío.
Total, que la sanidad es
tan maja que como deciden que ya han pasado más de nueve meses desde que me
vacuné, ya no vale.
Así que lo han borrado de
su base de datos.
Y no, no hay modo de
recuperarlo.
La solución es hacerme
una prueba PCR.
Obviamente, corriendo yo
con los gastos.
Pues nada, decido buscar
sitios donde poder hacérmela sin dejarme un riñón.
Pero al final, me decanto
por hacerla en el mismo pueblo donde vivo porque desplazarme a más de 1 hora de
casa para ahorrarme 40€, no me compensaba.
Así que nada, 90€ menos
en mi cuenta.
Y una indignación brutal.
Porque sí, es un robo que
tenga que pagar eso porque sanidad ha decidido borrar documentos oficiales que
acreditan mi vacunación.
En mi caso valía, porque
en Kenia solo piden dos vacunas para entrar.
Pero nada, tuve que
hacerlo así.
Era eso o no irme de
viaje.
Y, lo segundo, no era una
opción.
Nervios mil porque,
aunque estaba segura de dar negativo, una ya no sabe lo que puede pasar.
Y quien me conozca sabrá
que a mí siempre me pasa de todo…
En fin, que además de
eso, había que hacer varias gestiones de papeleo de última hora (Miguel, casi
me da un síncope xD).
Y todo porque se
requerían datos del vuelo que no teníamos hasta hacer el check-in.
El cual, tampoco se podía
hacer antes.
Así que, como ves, mi
estrés de éstos días está justificado (creo vamos).
A eso, súmale que la
maleta a facturar estaba en casa de mis padres y que no la tuve hasta 3 días
antes de irnos.
Por tanto, empecé a
hacerla dejando las cosas en la mesa del comedor de casa.
Soraya y Núria me
ayudaron con esto.
6 días antes de la fecha
señalada, quedamos para hacer un zoom para crear la lista de cosas a llevar.
El resultado fue, no
hacerle apenas caso.
De todo lo que iba
leyendo, acabé haciendo un +1 o +2.
Porque sí, los
‘porsiacasos’ y yo somos muy amigos.
Elsa también me pasó su
lista, pero más de lo mismo.
Y no, yo no he cogido
acetona amiga… jajaja
Gracias chicas, pero soy
poco minimalista haciendo maletas.
Es algo que sé que algún
día mejoraré.
Pero ese día todavía no
ha llegado.
Sumamos también el hacer
un botiquín para el viaje.
Aquí nos orientaron muy
bien cuando nos fuimos a vacunar.
Así que, solo tenía que
ir a la farmacia de al lado de casa para comprarlo todo.
En dos semanas he ido
tres veces.
La última ayer, porque se
me había olvidado comprar dos cosas: tiritas (que seguro que ni usaré) e
Ibuprofeno.
Alba, (la farmacéutica de
confianza), se extrañó al verme porque pensaba que ya nos habíamos ido.
Más maja ella…
Pero espera, espera, que
hay más.
Hace 20 días, mi muñeca
derecha decidió que iba a dolerme.
Así que, al médico que
fui.
Sigo yendo a mi médico
anterior, al pueblo de mis padres, porque me encanta mi doctora.
Cuando llamé, me dijeron
que estaba de vacaciones ¡shit!
Quise hacer la visita
telefónica para ver si me podían mandar algún medicamento, pautas a seguir,
alguna prueba… lo que fuera.
Pero me hicieron ir
físicamente para que me pudieran mirar la muñeca.
Pues nada, media hora en
tren para ello.
Llego y me hacen esperar
20 minutos.
Y lo “mejor” es que la
doctora de urgencias que me atendió, ni me tocó la mano.
Ella, muy experta (al
parecer), me dijo que tenía resentido el túnel carpiano.
Medicación, reposo
absoluto de muñeca y una muñequera rígida para dormir (y evitar así las malas
posiciones).
Perfecto pensé.
Un par de días y todo
parecía mejor.
Pero claro, trabajo con
el ordenador y, el ratón me mataba a ratos.
Me compré una alfombrilla
de esas con apoyo y ¡oye, not bad!
Y la crema
antinflamatoria, también ayudó.
A la semana, mal gesto y
¡pum! volvemos al dolor…
No pasa nada Andrea,
seguro que mejorará antes del viaje, pensé.
Y nada, además de todo
esto, alguna cosilla más que mejor ni comento porque si no, no acabo.
Por cierto, a esto hay
que sumarle las 8 horas de curro diarias.
Me iba a explotar la
cabeza con tanta cosa.
Así que, la ansiedad iba
asomando la cabeza por momentos.
Parar y respirar.
Ese ha sido mi mantra
durante estas dos semanas.
Y expresarlo todo.
Porque, si me lo quedo
dentro, exploto y no quería eso.
Así que, en mi caso, esto
último es lo que me ha funcionado para llevarla lo mejor posible.
Creo que no lo he hecho
tan mal.
Al menos, me quedo con
que lo he hecho de la mejor manera que he sabido.
Y estoy contenta por
ello.
30 de septiembre.
Día de antes de nuestra
salida.
8 de la tarde y aun
haciendo algunas cosas de papeleo y también de curro.
Yo con la maleta vacía.
Mi Vidi también.
Vaya par sí.
Pero él tardó mucho menos
que yo en prepararlo todo.
Y eso que yo tenía ya
bastante avanzado el tema porque la ropa ya estaba prácticamente preparada.
En fin…
Yo y las maletas…
El resultado fue cenar a
las 11 de la noche y dormir 4 horas.
A las 5 de la mañana, cuando
nos ha sonado el móvil, solo pensaba en llegar al avión y dormir.
Después de infinitos
litros de café en vena por eso jajaja
Y hemos podido dormir eso
porque nos llevaban en coche.
Gerard, mi maruji, así
que gracias amigo.
Por si te preguntas cómo
sigue la historia, te cuento que, después de eso, lo que viene son 2 vuelos de
5-6 horas cada uno, con una escala de 2 horas.
Pensaba dormir, pero
inviable.
Estoy todavía en el
primero y he hecho mil cosas menos dormir.
Película, juegos de
entretenimiento y comer. Ya.
Y cuando he querido
dormir, me han traído una galletita y un café, así que nada.
Aquí estoy, escribiendo
desde el avión.
Iván, duerme.
Y el hombre que tengo al
lado, solo mira pelis y bebe cervezas.
Bueno creo que queda
claro el por qué te he contado todo esto, pero haré un punto final.
La ansiedad, como he
querido introducir en este artículo, puede venir por muchas cosas.
Cada persona es un mundo
y, no a todxs nos afectan las cosas igual ni damos la misma importancia a los
temas.
Pero todxs la vivimos en
algún momento u otro.
Quizá, si sabes un poco
de qué va la cosa, la detectes antes.
Si no, tampoco pasa nada.
Como te he dicho, no soy
experta, pero he indagado con gente que sí sobre este tema.
Por ese motivo, sé
gestionar mejor muchas más cosas.
Hace 4 años, ni hubiera
pensado en que podría hacerlo.
Ahora sí.
Mi consejo es que, si
notas cosas raras, las compartas.
Así es como yo me he ido
dado cuenta de que no soy la única persona en el mundo a quién le pasan ciertas
cosas.
Aunque también te diré
que sigo siendo una “estresada” y que me alarmo y dramatizo más de la cuenta.
De ahí a que ya se
bautice como ‘los dramas de Drew’.
En fin, que me estoy
enrollando y solo quiero que te quedes con esto último claro (y sí, ahora sí
que acabo).
La ansiedad no es buena
ni mala, solo es.
Aprende a detectarla y no
la rechaces (será peor).
Y busca los modos que a
ti te vayan bien para gestionarla.
El resto, son daños
colaterales.
Que no se acaba el mundo
por ello tampoco.
Y ahora sí que sí, te
dejo.
Que en media hora
llegamos a Doha y estoy escuchando como se acercan lxs azafatxs con el último
snack de este vuelo.
PD: estoy comiendo mejor
en este vuelo que en mi casa. Miedo me da el siguiente… a ver si en ese sí que
puedo dormir.
Drew,
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